Estamos viviendo un hecho histórico, que ha cambiado
nuestra cotidianidad, una situación forzosa que nos llevó a resguardarnos en
nuestras casas con nuestras familias; ¿Cuantas veces hemos escuchado o dicho
que nos gustaría pasar más tiempo con ellos?
Un aislamiento que nos hace dar de cuenta que la
naturaleza sin nosotros tiene una gran capacidad de recuperarse, de sanarse a
sí misma y que los hábitos del ser humano son un gran problema para ella.
Un encierro que nos ha puesto de frente con nuestras
relaciones de pareja, noviazgo, con nuestros roles como hijos (as), como
padres, como madres, como abuelos, como abuelas, como hermanos y hermanas. Tal
vez los problemas se han agudizado, las discusiones han aumentado, hemos
empezado a extrañar más, se han suscitado nuevas añoranzas de otra vida o nos
hemos dado cuenta de lo efímera que puede ser el tiempo a la hora de amar y ser
feliz.
Un momento que nos invita a mirar nuestro interior,
para observar los sueños que no hemos cumplido por falta de tiempo, de dinero o
de cualquier cosa, para mirar de frente aquellos miedos que hemos dejado
escondidos para enfrentarlos después, para dejar nuestras mascaras a un lado y
encontrarnos con nuestra propia oscuridad, aquella soledad a la cual siempre huíamos
con fiestas o amores furtivos.
Tal vez nos estamos dando cuenta de la desigualdad
social en la que vivimos, en lo miserable que pueden ser los intereses de los
poderosos, frente a las necesidades de las mayorías, es posible que, por
primera vez, todas las mentiras que nos hemos tragado por parte de este sistema
las desvirtuemos y exijamos otra sociedad en donde lo económico no sea un
factor determinante sino la vida misma.
El kung fu desde su perspectiva Chan, nos invita a
tomar conciencia de nosotros mismos desde el movimiento y el fortalecimiento de
nuestro chi, por lo cual la meditación es un acto de estar plenamente con el
cambio y el movimiento, si bien el universo nos ordenó quietud, lo cual para muchos
significa quedarse sosegado y tener un espacio para la introspección, a raíz de
todo el flujo de movimiento que estamos vivenciando, desde el Shaolín el
llamado es a no quedarse quieto, es tiempo para perfeccionar, para ensayar,
para desaprender y volver a aprender, para cerrar ciclos y comenzar nuevos,
para mejorar las relaciones con los otros, con el ambiente y nosotros mismos;
la invitación es a perfeccionar la vida desde el lugar donde estamos.
Perla Yojana Rendón Mejía
Trabajador Social DA MO WU COLOMBIA
Faja Azul 2°
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